El concepto de triple impacto ha trascendido la categoría de “moda” para convertirse en una necesidad para las empresas del siglo XXI.
Más que una moda, una necesidad para las empresas del siglo XXI
En la actualidad, el concepto de empresas de triple impacto ha trascendido la categoría de “moda” para convertirse en una necesidad imperativa para las empresas del siglo XXI. Ya no se trata solo de una predisposición pasajera, sino de un enfoque empresarial fundamental que responde a las demandas y expectativas de los consumidores, de los clientes y los aliados. Estos consumidores no solo buscan productos y servicios de calidad, sino también empresas que sean socialmente responsables, respetuosas con el medio ambiente y comprometidas con el bienestar de la sociedad en su conjunto o dicho de otra forma: empresas que generen valor económico (movilizar el crecimiento económico es indiscutible, lo discutible no es el “qué” sino el “cómo”), con una mirada social (de manera real y efectiva, no el centavo que sobra) y absolutamente respetuosos de los impactos ambientales independiente del corazón del negocio.
El Triple Impacto
El concepto de triple impacto se refiere a las empresas que logran ser rentables al integrar en su modelo de negocio beneficios sociales, ambientales y económicos. Este enfoque no es nuevo; fue acuñado por John Elkington en 1998 en su libro "Cannibals with Forks: The Triple Bottom Line of 21st Century Business". Elkington, como un visionario adelantado a su tiempo, argumentó que el éxito de las empresas del siglo XXI dependería de su capacidad para abordar estas tres necesidades de manera integral.
Línea de Tiempo del Proceso
El triple impacto tiene historia y esa historia se remonta a finales de los noventas, durante casi 30 años, esta forma de entender el mundo corporativo ha revolucionado el modo en que operan y se relacionan las empresas, acá lo contamos de manera sintética:
Análisis de las Implicaciones Actuales
Ser una empresa de triple impacto en la actualidad presenta diversos desafíos y oportunidades. Entre los desafíos se encuentran la necesidad de gestionar de manera efectiva los impactos sociales y ambientales, mantener la rentabilidad económica a largo plazo y minimizar la incertidumbre cultural dentro de la organización y en el mercado. Para nadie es un secreto que si el Directorio (Junta directiva - Alta Dirección- Presidencia, etc) no tiene como hoja de ruta, en la Planeación Estratégica, estos elementos fundamentales seremos cada vez menos atractivos, pero sobre todo estaremos en deuda con las actuales generaciones y pierde sentido la premisa de “...sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias…” Comisión Brundtland ONU 1987.
En el contexto global actual, donde los desafíos ambientales, sociales y económicos son más evidentes que nunca, la premisa de la Comisión Brundtland cobra una relevancia inigualable; la idea de satisfacer las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas propias se ha convertido en un imperativo ético y estratégico para las empresas comprometidas con el triple impacto, el futuro es hoy y es una responsabilidad compartida.
Sin embargo, también existen numerosas oportunidades: las empresas de triple impacto tienen una mejor reputación y relaciones con sus grupos de interés, lo que puede traducirse en fidelización de clientes, captación de nuevos aliados, acceso a financiamiento sostenible y atracción de talento comprometido con los principios y valores de la empresa.
Además, están mejor preparadas para enfrentar los desafíos futuros como la escasez de recursos y la presión regulatoria (entendida como el conjunto de normativas, leyes y regulaciones que tienen como objetivo promover prácticas empresariales sostenibles y responsables).
Ahora bien, en el contexto de las empresas de triple impacto, la presión regulatoria puede ser tanto un desafío como una oportunidad. Por un lado, las empresas deben asegurarse de cumplir con las regulaciones vigentes y adaptarse a los cambios normativos para evitar posibles multas o sanciones. Por otro lado, estas regulaciones también pueden incentivar a las empresas a adoptar prácticas más sostenibles y responsables, lo que a su vez puede mejorar su reputación y competitividad en el mercado.
¿Qué nos llevamos?
En este momento de madurez y conciencia empresarial, es crucial adoptar un enfoque paso a paso hacia la transformación en una empresa de triple impacto. Esto implica establecer objetivos claros y medibles en términos de impacto social, ambiental y económico, integrando prácticas sostenibles en todas las áreas de la empresa, e involucrando a los empleados y partes interesadas en el proceso para mantener un compromiso a largo plazo con la mejora continua.
Este enfoque no solo responde a las demandas de una sociedad cada vez más consciente y exigente, sino que también abre un abanico de oportunidades para las empresas que adoptan esta visión integral. La responsabilidad de satisfacer las necesidades presentes sin comprometer las futuras se convierte en un motor de innovación, competitividad y compromiso social.
El futuro de las empresas de triple impacto no solo es hoy, sino que representa una responsabilidad compartida para construir un mundo empresarial más justo, equitativo y regenerativo.
Martha Lucía Molina Tovar
Coordinadora de Sostenibilidad de AECSA
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