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Ideación por el cambio
Design Thinking es clave en la innovación empresarial, pero a menudo se malinterpreta. Su rol en sectores como gobierno y educación resalta la importancia del diseño en procesos innovadores.
Desde que la innovación empezó a ser parte fundamental de los procesos en las empresas, Design Thinking, o pensamiento de diseño, ha sido un término constantemente mencionado, pero puede que no haya sido del todo bien comprendido. Puesto que aún se generan dudas acerca de por qué el diseño es tan importante para innovar, y debido a que la innovación puede aplicarse en muchos sectores como el gobierno, la educación y otros entornos sociales, resulta necesario aclarar la función del diseño en los procesos de innovación.
Cuando se habla de diseño generalmente se piensa en la apariencia, en qué tan bien se ve algo o en cómo un objeto cumple la función para la que fue desarrollado. Sin embargo, para llegar a la forma y definir el aspecto de un objeto existe un análisis mediante el cual el diseñador comprende cómo y por qué cierto tamaño, silueta, color o ubicación de los elementos pueden satisfacer las necesidades de las personas que lo verán y usarán. Esto incluye aspectos de comunicación, comportamiento y cotidianidad que el diseño tiene en cuenta para ofrecer bienes y servicios prácticos y útiles.
El diseño siempre ha enfocado la resolución de proyectos en satisfacer las necesidades de las personas, por lo que en su aplicación los diseñadores utilizan metodologías y herramientas creativas que les permiten entender a profundidad a los usuarios. Así, como los objetos, los productos y servicios buscan resolver necesidades de las personas, es necesaria una metodología que permita entender estos aspectos y dar solución a lo que realmente necesitan.
Design thinking se centra en las personas, en entender sus comportamientos, gustos, preocupaciones y motivaciones frente a una situación en particular para definir cuáles son sus necesidades y encontrarles solución. En palabras de Tim Brown, director ejecutivo de IDEO, "el design thinking es un enfoque de la innovación centrado en el ser humano que se basa en el conjunto de herramientas del diseñador para integrar las necesidades de las personas, las posibilidades de la tecnología y los requisitos para el éxito empresarial".
De esta forma, el design thinking ofrece recursos metodológicos para que la creatividad, una herramienta fundamental de los diseñadores, se utilice de manera sistémica, coherente y proyectual.
La metodología abarca diferentes fases, las mismas que se usan en el desarrollo de un proyecto de diseño: primero es necesario empatizar con el usuario, dejando de lado suposiciones para conectar con sus necesidades; luego se especifica el problema real desde el entendimiento de la necesidad. A partir de esta información, se sugieren ideas para una posible solución; después se construye un prototipo, permitiendo una aproximación tangible a la solución planteada. Finalmente, se prueba el prototipo y, si es necesario, se vuelve a la fase de definición para asegurarse de que el problema identificado es realmente el que se está resolviendo.
Este enfoque metodológico permite una innovación centrada en el ser humano, donde cada paso en el proceso de diseño busca soluciones que respondan de manera efectiva a las verdaderas necesidades y expectativas de las personas.
Antes, la calidad diferenciaba a las organizaciones; hoy es un estándar básico que el consumidor espera. Ahora, es esencial en cada proceso, y las empresas se esfuerzan por garantizarla en todas sus acciones.
La calidad, antes vista como un valor diferenciador, se ha convertido en un mínimo esperado por los consumidores. Hoy, es un aspecto indispensable en las organizaciones, que se esfuerzan por ofrecerla en todos sus procesos.
Los resultados que sostienen el posicionamiento de las organizaciones son impulsados por Líderes Innovadores, quienes asumen retos constantes y materializan objetivos diferenciadores mediante estrategias de innovación.