¿Te suena familiar? El endeudamiento como puente a un mundo de oportunidades requiere responsabilidad; mantener el equilibrio es la clave para todo artista.
La deuda externa de los países es un fenómeno complejo que refleja la realidad económica mundial. En la era moderna, vivir a crédito no es solo una práctica común en la vida cotidiana, sino también una estrategia utilizada por los gobiernos para financiar el desarrollo y mantener la estabilidad económica. Sin embargo, al igual que en nuestras finanzas personales, el manejo prudente de la deuda es fundamental para evitar caer en una crisis financiera.
Los países, al igual que las personas, cuentan con ingresos, gastos e inversiones. Cuando se requiere una mayor cantidad para responder antes las eventualidades o responsabilidades, los países acuden a préstamos de dinero que proveen otras naciones, empresas o instituciones internacionales como el Banco Mundial. Es crucial destacar la importancia de mantener deudas saludables; esto implica tomar decisiones que no se conviertan en una carga, sino que se gestionen con capacidad de pago y se utilicen de manera eficiente para promover el equilibrio económico del país.
Una deuda elevada puede afectar la estabilidad económica del país y hacerlo vulnerable a crisis financieras internacionales. Un ejemplo de esto es Argentina, su tasa de variación anual del IPC (Índice de Precios al Consumo) en marzo de 2024 ha sido del 287,9%, de forma que la inflación acumulada en 2024 es del 51,6%. Los precios de bienes y servicios han aumentado un 40%, el transporte un 26%, mientras que tanto la salud como los alimentos han experimentado incrementos superiores al 20%.
América Latina, región conformada por naciones hispanohablantes y Brasil, atraviesa un panorama económico de contrastes. La dependencia de la venta de materias primas a las grandes potencias ubica a América Latina como la región más endeudada del mundo. Esta realidad presenta serios desafíos, como la desviación de recursos que podrían destinarse a la reducción de la pobreza y la limitación para comprender en su totalidad la situación económica de la región. En términos de deuda pública, América del Sur y Centroamérica tienen niveles significativos de endeudamiento, con un 53,9% y un 49,1% del PIB (Producto Interno Bruto), respectivamente. Los países más endeudados incluyen a Argentina encabezando la lista, seguido por Brasil, Costa Rica, Panamá, Ecuador y Colombia.
Ahora, ¿cómo podemos determinar la capacidad de endeudamiento de un país?, tal y como lo haríamos con nuestras finanzas personales, todo depende de nuestros activos y/o ingresos, en términos de país, se conoce como Producto Interno Bruto (PIB). Este representa el "sueldo" del Estado, es decir, la cantidad de bienes y servicios que produce el país en un año. El Estado tiene que usar su "sueldo" para pagar sus gastos, como la educación, la salud, la infraestructura, la seguridad, etc. Cuando el estado pide prestado dinero, se genera una "deuda”, que se tiene que pagar con intereses, como si fuera la tasa de interés de un préstamo personal.
Si la deuda del Estado es más grande que sus ingresos (PIB), es como si una persona estuviera gastando más de lo que gana. Esto se llama sobreendeudamiento. El problema del sobreendeudamiento es que el Estado tiene que usar una gran parte de su "sueldo" para pagar los intereses de la deuda, lo que le deja menos dinero para otros gastos importantes.Por otro lado, si un país tiene una deuda baja en relación con su PIB, puede acceder a mejores condiciones de financiamiento y tener más recursos disponibles para invertir en el desarrollo económico y social.
Aunque estar endeudado no siempre es malo, ya que puede permitir acceso a beneficios financieros y una mayor inversión en infraestructura y proyectos sociales, es importante tener en cuenta los riesgos. Por ejemplo, Colombia tiene una deuda externa del 56,1% del PIB, significa que más de la mitad de su producción anual se destina al pago de la deuda. Esto puede tener un impacto en el crecimiento económico y en la calidad de vida de los ciudadanos, ya que menos recursos están disponibles para otros fines.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto?
Aunque la toma de decisiones depende de los líderes y encargados financieros del país, como ciudadanos podemos hacer pequeños aportes para ayudar:
En última instancia, el arte de vivir a crédito, ya sea a nivel personal o nacional, requiere una cuidadosa consideración de los riesgos y beneficios. Si bien la deuda externa puede ser una herramienta valiosa para la movilidad social, su gestión responsable es fundamental para garantizar un futuro próspero y sostenible para todos los ciudadanos. Vivir a crédito puede ser una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida, pero también requiere disciplina y planificación para evitar caer en la trampa de la deuda insostenible.