Imagina que necesitas un pequeño impulso financiero, una ayuda para cubrir una emergencia o el primer paso para arrancar ese proyecto que tanto has soñado. Automáticamente piensas en el banco y, de inmediato, surge esa vocecita en tu cabeza: “Eso es imposible, solo dan créditos enormes y con requisitos interminables”.
Es una historia común. Mucha gente ha crecido con la idea de que los bancos son inaccesibles y que, para préstamos pequeños, es mejor buscar “otras opciones”, aunque pueda ser riesgoso. Pero lo cierto es que los tiempos han cambiado, y los bancos también.
Hoy en día, muchas entidades financieras ofrecen soluciones prácticas y seguras para quienes buscan financiamiento a menor escala. Así nacen los nanocréditos o créditos de bajo monto, los cuales se han convertido en una herramienta poderosa para quienes necesitan un apoyo económico. Estos préstamos, en Colombia, pueden cubrir hasta seis salarios mínimos vigentes, y son una opción ideal para aquellas personas que han tenido dificultades para acceder a financiamiento bancario en el pasado.
Aquí te contamos algunos de los beneficios de los nanocréditos y por qué pueden ser la herramienta ideal para tus necesidades.
Cada banco maneja sus propias políticas, por lo que siempre es una buena idea preguntar, en tu banco de preferencia, sobre los detalles específicos. Aquí te mostramos los requisitos más comunes para que te hagas una idea.
¿Qué se necesita para pedir un nanocrédito?
Aunque muchas entidades otorgan préstamos de mayor monto a quienes ganan más del salario mínimo, algunas también ofrecen financiamiento para quienes perciben ingresos más bajos, ajustando el monto según cada perfil.
Este tipo de créditos no solo brinda acceso rápido al dinero, sino que también permite construir y fortalecer el historial financiero de quienes los gestionan responsablemente, fomentando su actividad crediticia. A diferencia de otros préstamos informales, que conllevan altos riesgos debido a la falta de regulación y transparencia, los nanocréditos son seguros y ofrecen una estructura formal que protege tanto al prestatario como al prestamista. Esto minimiza los peligros asociados a la informalidad, como las tasas exorbitantes y las condiciones abusivas.
Así, los nanocréditos abren la puerta a una banca más inclusiva y accesible, brindando estabilidad y oportunidades de crecimiento a cada persona, adaptándose a sus necesidades reales y promoviendo un sistema financiero que incluya a todos.